sábado, 27 de julio de 2013

EL CAPITAL: LOS BODY SNATCHERS DE LAS FINANZAS

Que El Capital (Le Capital, Constantin Costa-Gavras, 2012) sea una película árida, difícil de seguir por sus continuos diálogos sobre temas financieros, (la vi doblada al castellano y en algunos momentos tuve la sensación de que hablaban en otro idioma), con personajes inexistentes, sin profundidad ni aristas,  y donde el dinero y la ambición por conseguirlo se convierte en el único motor de la acción, de la poca acción, no le resta, a mi modo de ver, ni un ápice a su eficacia, a su intención de explicarse y explicarnos: de qué va la tan manida crisis económica y hasta qué punto la aprovechan un grupo de desalmados.


Si se tratara de una película de terror, de agentes secretos o de invasores alienígenas que pretendieran dominar el mundo para destruirlo o modificarlo a su capricho, la historia del fulano que eligen como cabeza de turco para que reciba todas las hostias posibles, mantenga a buen recaudo los intereses y las pretensiones de los de “arriba” y termine rebelándose contra quienes lo han puesto en esa cúpula, transformado en el más hijoputa de todos, tendría su despliegue de efectos especiales, de música agobiante, carreras de coches, asesinatos, delaciones ... Pero no, aquí la gente que sale es gente normal, con gestos normales, padres de familia que van en coches caros, tienen amantes y pisos en el centro, visten de traje y corbata y tratan de realizar lo mejor posible su trabajo, ganar dinero, y utilizan para conseguirlo todos los medios a su alcance, que son bastantes.


Tratar de entender el juego de estos señores encorbatados, que viajan en primera clase por todo el mundo destruyendo empresas, chantajeando a gobiernos, manipulando y extorsionando con el único afán de conseguir todo el dinero posible, sin que en ningún momento se planteen el sentido de tanto esfuerzo, puede resultar, cuanto menos aburrido si no fuera porque estamos hablando de nuestro dinero, del dinero de todos. A lo máximo que llego a constatar es que, como en aquella vieja película de serie B, La invasión de los ladrones de cuerpos  (Invasion of body snatchers, Don Siegel, 1956) hay un poder en la sombra que de alguna manera se ha adueñado de algunos seres, de los mas “capaces”, le han sustraído su capacidad de pensar, de sentir o de decidir, y lo han lanzado a la conquista. Ya no se ocultan en cuevas o en sucios apartamentos, si no que van a plena luz del día, exhibiendo su poder en yates, en cochazos o en aviones privados y son recibidos por gobernantes, que le dedican fiestas y homenajes y son aplaudidos por todos. Quieren que sepamos que son como nosotros, y que si estuviéramos en su lugar, si nosotros fuéramos los elegidos, también actuaríamos como ellos. Porque, en realidad, lo único que nos separa es su ambición desmedida por el trabajo bien hecho.






Miguel Núñez
Punto y Seguido

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