miércoles, 12 de febrero de 2014

TUYO


Sin apenas diálogos, solo un par de líneas que repiten la misma idea «Tus calabazas están mejor que las mías». Sin apenas descripción física de los personajes «sus caras se parecían un poco. Allison llevaba una peluca de pelo natural. Clark, un chal de lana». Sin apenas otra acción que la de dar forma de cara a unas calabazas durante toda la tarde, hasta la una de la noche. «Estamos agotados, dijo Allison, hora de irse a la cama». Y toda la vida queda trazada, contada en toda su amplitud y complejidad en apenas tres páginas

Allison saca la última calabaza de su Renault blanco y se topa con Clark en la penumbra del porche, balanceándose en su hamaca, « … empujándose con la punta del pie». Al final de la noche observan su obra y se alaban el uno a la otra. Después la frase «Empezó a morirse en su dormitorio unas semanas antes de lo que habían predicho» que rompe con la extraña linealidad del relato y ya no sabemos si es un salto en el tiempo, y de serlo, si lo es hacia delante o hacia atrás, o si está ocurriendo en ese momento que transcurre la acción y nos parece demasiado brutal para que podamos aceptarla. Pero aunque no lo sepamos, ya estamos atrapados por la historia y ese salto, esa frase, ha ido directa a nuestro corazón, al  entendimiento de lo que ya intuíamos, de lo que presagiábamos: la peluca rubia, el tambaleo al sacar la calabaza, las caras imprecisas. Después, justo en la línea siguiente, ya no hay duda: todo queda expuesto, todo queda aclarado. «No me mires si se me cae la peluca, pidió a Clark. Por favor».

En el largo párrafo final, las palabras que Clark le diría mientras habla por teléfono, no sabemos con quien, el médico para anunciarle que Allison ha empezado a morirse antes de lo previsto, o con la hija que vive en el norte y no entiende su boda cuatro meses atrás. Lo importante es lo que Clark quiere decirle a Allison, lo que no le ha dado tiempo de decirle y que probablemente, ahora que su tiempo se agota, quiere que ella sepa. «Quería asegurarle que no se había perdido nada». Y mientras habla mira las caras de las calabazas iluminadas en el porche y ellas lo miran a él. Se queda ahí. Nosotros apartamos la vista y tratamos de averiguar el sentido, el porqué nos sentimos atrapados.

Tuyo de Mary Robison se publicó por primera vez en el The New Yorker el 1 de noviembre de 1982, curiosamente el día de la fiesta de Halloween, de ahí el detalle de las calabazas que preparan los protagonistas. En España se publicó dentro de la antología Ficción Súbita: narraciones ultracortas norteamericanas, Editorial Anagrama, 1989. En el año 2012 apareció dentro de la colección  Dime, Treinta cuentos de Mary Robison, de Alba editorial.


Siempre vuelvo a este relato. Rompe con lo que me enseñaron que debía de entenderse por un relato corto. No existe un personaje focalizador a partir del cual se cuenta la historia. Esto parece algo simple, pero cuando el protagonismo es de dos personajes, curiosamente, el relato suele perder intensidad por su indefinición de metas, o por la dificultad de mantener la intensidad en dos direcciones distintas. No en este caso, todo lo contrario, aquí vamos en una sola dirección, la historia salta de un personaje a otro alternativamente. El principio es de Allison, pero los dos se influyen, los dos resuelven, y si bien es Clark el que cierra el relato, el que parece que cambia o evoluciona, es Allison la que lleva la carga del relato, sobre la que gira el conflicto y la propia resolución. Pero sobre todo, lo que prevalece en esa concentración de detalles, en ese despojamiento, en la búsqueda de un sentido a cada frase, a cada palabra, es la intensidad. Este es un trabajo sobre la intensidad, sobre la perfecta gradación de la intensidad. Te atrapa con pequeños detalles, cotidianos, aparentemente superfluos, y que llegados a un punto, estallan y cobran sentido. La intensidad se dispara, se mantiene en el largo párrafo de lo que Clark  diría a Allison, que lees y relees con angustiosa avidez y con delectación, como si descubrieras un tesoro oculto a punto de deshacerse entre tus manos. Y ahí te quedas, en lo alto, leyendo como Clark miraba sus calabazas, como caras que ahora no dejan de mirarte. También a ti.

 fotografía: Vanessa Winship


miguel núñez ballesteros
Punto y Seguido


puedes leer el relato Tuyo de Mary Robison en:
http://books.google.es/books?id=9UCi7w0UyxEC&pg=PT282&lpg=PT282&dhttps://www.google.es/#q=tuyo+mary+robisonq=tuyo+mary+robison&source=bl&ots=1OqswV32S8&sig=zV_8TQvjcdbGiWlm6oFiRMMHQrI&hl=es&sa=X&ei=LRP5UvDmFaWO0AWJ6ICoBw&ved=0CFEQ6AEwBA#v=onepage&q=tuyo%20mary%20robison&f=false

4 comentarios:

  1. Genial, Miguel. Además, no he leído el relato, pero tu forma de analizarlo me ha conquistado, como siempre. Voy a leerlo y te cuento el jueves.

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    1. gracias por el comentario, isa. a ver qué te parece el relato.

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  2. El tiempo pasa y cuando uno va por ahí creyendo que ya ha leído cantidad de autores minimalistas, de pronto ¡Zas! Me topo con tu muy bien estructurada reseña que no hace más que picarme la curiosidad e ir de clic en clic en busca del cuento. Confieso que he quedado sorprendido por esa habilidad para decir tanto con tan poco y aunque ya me habían recomendado una novela de ella “Why Did I Ever” he ido postergando su lectura por razones que por ahora no vale la pena mencionar. Pienso que al escribirlo en 3ª persona le permite al lector tener varias interpretaciones, sugerencias y significados. Como bien dices el relato inicia y termina con calabazas, entonces comienzan a aparecer las preguntas ¿Qué nos sugiere una relación entre personas con una brecha generacional tan grande? Poco a poco el texto atrapa y es fácil intuir el rechazo de la hija hacia su madrastra pero ¿cómo interpretar lo del cheque incobrable? Regresando a las calabazas ¿La autora nos ofrece un perfil psicológico de los dos personajes al referir los gestos de cada una después de ser talladas? Los rasgos de agresividad, asombro y serenidad ¿son acaso etapas en la vida de Clark? En cambio las de Allison sugieren alegría y tristeza. Qué manera de abordar el tema de la muerte sin apenas mencionarla! La resignación de una pérdida. El hecho de querer decirle a Allison “Que no se ha perdido de nada” puede que sea un acto tanatológico. No quiero extenderme mucho con mi comentario, sólo quiero subrayar el hecho que la autora no necesita ir soltando frases melosas o estructuras rebuscadas en sus oraciones para hacer que uno se involucre con el personaje, comprenda al personaje y por qué no? Que uno ame al personaje. Si eso lo logra en un cuento no me imagino lo que puede hacer en una novela! Creo que su habilidad radica en crear una obra maestra con un manojo de palabras bien escogidas y sin duda ella lo logra. A mí no me queda más que agradecerte y quedar a tus apreciables órdenes.

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    1. el relato da para mucho, plantea un montón de interrogantes y de interpretaciones.
      para mí los personajes no sienten esa brecha generacional, de hecho, es a Allison a la que se le acaba el tiempo y no a Clark. nosotros, los lectores, como la hija, sí nos planteamos esa brecha, pero me cuesta verlos como a un anciano y una mujer todavía joven. si no se mencionara la edad no se notaría esa diferencia. pero el hecho de que se nos haga notar creo que es para decirnos que no importa. ella ama y se le acaba la vida, él, al final de su vida, ama.
      el cheque de la hija creo que viene a acentuar su desaprobación con la relación de su padre. le está diciendo: ahí tienes estos 25 dólares, pero como eres un iluso no vas a cobrarlos. o también: un viejo chocho como tú con esa chica, es como tener un cheque de 25 dólares firmados por jesucristo.
      bueno, aquí lo dejo, me alegro que te gustara.

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