lunes, 23 de febrero de 2015

VIAJE A NINGÚN LUGAR

Mientras viajo de casa al trabajo y del trabajo a casa, hay gente que viaja a la inversa. Y mientras miro desde la ventanilla del metro, otros miran el cielo montados en una carreta. Cuando mi único pensamiento es cuál será mi próximo viaje y en la mano llevo la guía turística para saber dónde están los museos y qué día es el más adecuado para ir a los Palacios, qué comida es la típica y cuál es el clima de mi nueva obsesión, otros, en esta misma tierra, y tal vez no tan lejos, lloran porque no los dejan ir a la escuela, sonríen porque tienen un juguete, sufren porque no pueden alimentar a sus hijos, caminan kilómetros para llegar a un hospital, pierden la virginidad en una subasta, beben agua contaminada, levantan cosechas, modelan el barro, roban pan, matan serpientes, comen insectos, rezan a dioses y a estampitas, giran, saltan y gritan para entrar en éxtasis, entierran a sus muertos en la tierra, o no los lloran porque creen que volverán mil veces, y así, mientras mi única preocupación es no olvidarme de que esta noche está mi programa favorito, los documentales de Lonely Planet, ellos, los que no veo y ¿nunca veré?, caminan por mercados y cementerios, juegan a la guerra de verdad y le echan agua a sus flores de plástico.

Fotografía de Chema Madoz

Andrea Vinci
Punto y Seguido

1 comentario:

  1. Poético con baño de realismo en la demencial cascada de la vida.
    Me quedo pegado mirando como buho.
    Besos.

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