La habitación oscura, de Isaac Rosa, es una novela
incómoda que concierne al lector desde la primera frase. "No te quedes
ahí. Vamos, entra, ya estamos todos". Un narrador omnisciente que se
disfraza con el uso de la primera persona del plural y la segunda del
singular, descorre la doble cortina que
protege la entrada y apela no solo a nuestra participación sino, sobre todo, a
que nos identifiquemos con el despliegue de personajes que pueblan la
habitación oscura y con su devenir vital y emocional.
Un grupo de jóvenes descubre la libertad y la risa de
la oscuridad por el azar de un apagón y decide reproducirla en una habitación
oscura en el sótano del local compartido. En el arranque de la novela se nos
sitúa en un momento quince años posterior y se nos adelanta que el tiempo de la
habitación está a punto de terminar. La lectura de la novela supone atravesar
el espacio oscuro y tenso de la historia, a ciegas. Entre personajes apenas
descritos a los que vemos avanzar a trompicones por la oscuridad de la
habitación y con una venda en la mirada frente al derrumbe de sus existencias y
expectativas.
La voz del narrador es minuciosa, exhaustiva y lleva
al límite el uso de la enumeración, la metáfora y el juego temporal. En la
novela, crónica y alegoría a partes iguales,
todo es metafórico pero todo es real: cada palabra, cada escena, cada
situación es a la vez referente de la realidad y analogía literaria. Como en la
vida, en la habitación oscura todo se multiplica, crece, se desborda como se
desbordan las enumeraciones interminables del narrador que opera con todos los
sentidos menos el de la vista para contarnos lo que ocurre en la oscuridad y mira con la precisión de una cámara web en
los capítulos breves que se van intercalando
en la larga letanía del discurrir de la novela. La habitación es
secreto, útero, cueva primigenia, refugio o escondite. La crisis que recorremos
es guerra, terremoto, intemperie, pozo ciego, vía muerta...
El extraño narrador retrasa el tiempo, lo ralentiza,
lo acelera y lo adelanta, nos lo muestra como fotogramas sobre la pared de una
cueva platónica, para contar el origen, la evolución y la clausura de la
habitación oscura. Dosifica la tensión de una mínima trama de intriga para
llevarnos hasta el final, obligándonos a mirar el ciclo vital común a personajes
y lectores. Un ciclo que va desde un tiempo despreocupado, entregado al juego y
al sexo, con promesa de futuro, hasta otro tiempo quebrado por la crisis y sin
atisbo de porvenir. Un ciclo que Isaac Rosa cifra en tres momentos emocionales:
la risa, el llanto y el grito.
Se ha dicho que La habitación oscura es una novela de
la crisis y que retrata a una generación defraudada. Se ha dicho que se trata
de una novela moral y coral que da voz a todos aquellos estafados por un estado
del bienestar que truncó el insaciable poder económico. En mi opinión se trata
de algo más que todo eso. Con sus personajes estereotipados como cobayas en
observación, nos sitúa ante nuestra negativa a ver la realidad y a mirarnos,
nos conmina a movilizarnos y tomar el control, guiados por la luz que emana de la habitación
oscura. Y si uno lee despacio y con atención entre el torrente de palabras, nos
recuerda que no estamos solos en esto de la vida. "Y una noche alguien te
tomo la mano...la retuviste contra la tuya, inflamaste de calor el espacio
común...como una corriente de sangre compartida".
Inmaculada Reina
Punto y Seguido
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