viernes, 5 de febrero de 2016

THE REVENANT. DEL HARTAZGO A LA BELLEZA. DE LA BELLEZA AL HARTAZGO

Como contadora de historias diré que lo más positivo en esta película de Iñárritu fue la atmósfera, que ha sido expresada con total maestría. La belleza del paisaje regresa una y otra vez a la copa de los árboles, a ese pedazo de cielo que simboliza la protección, la fortaleza. Pero es una historia de venganza, por eso Dios es sólo una mímica, una carcajada perversa. Expresar frío y soledad ha sido el reto, tras una batalla épica, tras una brutal paliza propinada por una osa, que en ese tropel de sangre y mugre me ha dejado respirar el bosque, la ferocidad, hasta engañar a mis sentidos, hasta dejarlos knock out, para inhalar olor a caballo sudado en vez de a palomitas de maíz. Cuando estas cosas me suceden reculo en mi asiento, salgo despedida a la más profunda de mis emociones, y me concentro en esa brisa que cruza por mis narices y que nadie más percibe. Ahora bien, estos detalles me sacan de la historia, como el buscar los añadidos en los planos secuencia tan extremadamente largos. Tan Iñarritu.


La música es como una gota de agua sobre el cráneo, como una tortura china que nos golpea en las sienes de manera sutil, casi imperceptible, y que nos deja más fríos aún que el paisaje, más fríos frente a este relato, donde cada tanto sucede algo que nos conmociona y nos saca del letargo. Porque eso es lo que se encaminó, por lo menos dentro de mí, un ¿Cuánto falta para que termine?, que la convierte en más gris que el paisaje.


No discutiré sobre la actuación de Di Caprio. Pocas palabras y muchos gestos, que finalmente es lo que cuenta: lo que se dice con el cuerpo. Pero si esta vez sí se lleva el Oscar, y esto no lo digo en detrimento de su excelente trabajo, será para compensar el antes mucho más merecido de El lobo de Wall Street.


Algunos opinan que ha sido el regodeo en los planos secuencia el culpable de esta sensación que me tuvo sosteniéndome la cabeza gran parte de la película. Otros dicen que la música. Estimo que el tándem de ambas. Pero no puedo quitarle el mérito al encanto de las imágenes, al acercamiento al dolor hasta el punto de meternos adentro de las heridas. No puedo dejar de ver la poesía en este contador de historias. Y la poesía, al igual que París, bien vale una misa.






Andrea Vinci
Punto y Seguido





1 comentario:

  1. Una fotografía impresionante con paisajes de documental del National Geographics. Yo creo que es más una película de supervivencia que de venganza. Todos son hostiles en un entorno hostil. Si el protagonista consuma su venganza o no, ni siquiera me interesa.

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