Los derribos hablan, hacen preguntas y cuentan historias. Son casas de muñecas, una 13 Rue del Percerbe sin monigotes, solares vacíos con olor a orines de gato y fragante higuera. Improvisados garajes, basureros donde la realidad transcurre a la intemperie.
Los derribos, –con cicatrices de escalera, desconchones como heridas abiertas, tiras de piel de papel pintado y azulejos caídos– nos gritan cuando pasamos junto a ellos. Son un tratado de arqueología del paso del tiempo, de las paredes sin límites, de los momentos felices y todos sus derrumbamientos.
Los derribos pueden ser la casa de cualquiera de nosotros cuando vivíamos aquí.
Más abajo puedes ver los cuatro vídeos promocionales del libro
Más abajo puedes ver los cuatro vídeos promocionales del libro